sábado, 22 de abril de 2017

HISTORIAS DE ORO DE LA BIBLIA ... JOSE EN EGIPTO POR WILLY HAMEL

HISTORIA DE ESTE  GRAN SIERVO DE DIOS    JOSE.  



Esta es la historia de José, uno de los doce hijos de Jacob (Israel). No era el mayor, era el número once. Su asombrosa aventura nos descubre que a pesar de llegar a ser un personaje importante en la corte del faraón de Egipto, tenía un  corazón fiel  y  que sabía perdonar. Él consiguió para todos sus hermanos y familiares una vida de paz abundancia y  prosperidad en aquel rico país.
José era el hijo predilecto de su padre, Israel, y por eso sus hermanos le tenían envidia. A veces les contaba extraños sueños como éste: “Estábamos todos los hermanos en el campo atando haces de espigas cuando vi que se levantaba mi haz y se tenía en pié, y los vuestros lo rodeaban y se inclinaban ante el mío, adorándole”  Ellos le contestaban: “¿Es que vas a reinar sobre nosotros y vas a dominarnos?”
Otro día les decía: “mirad, he tenido otro sueño, he visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban” Ellos pensaban: “¡Qué altivo y que  soberbio!”. En el fondo le detestaban. Tenian mucha envidia de el . 
Un día, su padre le dio una hermosa tunica de muchos colores y sus hermanos le tuvieron mucha envidia por eso. Buscaban  la ocasion para hacer le mal . Un dia su padre Israel  le   envió al campo para ver si todos sus hermanos, que estaban cuidando el ganado, se encontraban bien. Cuando lo vieron acercarse  dijeron: “Aquí viene el soñador, vamos a matarle y lo arrojaremos a uno de estos pozos y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven sus sueños” Pero Rubén, que era el mayor y quería salvarle dijo: “No lo matéis, arrojadle en ese pozo que no tiene agua” Sus hermanos lo apresaron, le quitaron la túnica, que se la había regalado su padre, y lo arrojaron al pozo. 
Pasó por allí una caravana de camellos que se dirigía a Egipto y entonces Judá, otro de sus hermanos, preocupado por José y temiendo que muriera tuvo una idea mejor: “Vamos a vendérselo a esos mercaderes, pues al fin y al cabo es de nuestra misma carne y dentro del pozo se morirá sin remedio” Todos lo vieron acertado y lo vendieron por veinte monedas de plata. José fue llevado como esclavo al país de  Egipto.
Luego tomaron la túnica que le habían quitado y la mancharon con sangre de un cabrito, y cuando llegaron a su casa dijeron a su padre Israel  : “Mira, a José le ha devorado una fiera” Cuando Israel reconoció la túnica de su hijo y la vio manchada de sangre, creyó la historia y lloró y se entristeció muchísimo pues quería a José con todo su corazón.
Al llegar a Egipto los mercaderes vendieron a José al ministro del faraón y jefe de la guardia que se llamaba Potifar.
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José entró al servicio de Potifar  y, enseguida, éste comprobó que todo lo que hacía José prosperaba muy rápidamente porque Dios le favorecía, de tal modo que le nombró mayordomo de toda su casa y estaba muy contento con él. Pero la mujer de Potifar —que era mala—intento seducir a Jose  y  este se nego rotundamente  entonces esta mala mujer llevada por el  despecho acusó falsamente a José de pretender atraerla y seducirla  y  muy enojado Potifar, con gran ira  lo metió en la cárcel donde estaban encerrados los prisioneros del faraón.
Sin embargo Dios favoreció también a José dentro de la cárcel y todo lo que hacía igualmente prosperaba, por eso el jefe de la cárcel le encargaba muchas cosas y tenía gran confianza en él, más que en los otros presos. Jose por su fidelidad fue puesto como ayudante del  jefe de la cárcel .


Los hermanos de José lo venden como esclavo


JOSÉ EN LA CÁRCEL – Génesis 39-40
Mientras José estaba en prisión, el Señor siguió estando con José y mostrándole Su bondad, pues hizo que se ganara la simpatía del jefe de la cárcel, el cual dejó todos los presos a su cargo. José era el que daba las órdenes para todo lo que allí se hacía,  y el jefe de la cárcel no tenía que revisar nada de lo que estaba a cargo de José, porque el Señor estaba con él y hacía que todo le saliera bien. Mientras tanto en el Palacio, el faraón, o sea el rey, se enojó contra estos dos funcionarios, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos,  y los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, donde estaba la cárcel. Era el mismo lugar donde José estaba preso.
El capitán de la guardia encargó a José que atendiera a estos funcionarios, y ellos pasaron mucho tiempo en la cárcel.
Una noche los dos presos, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. Por la mañana, cuando José vino a verlos, los encontró muy preocupados; así que les preguntó: “¿Por qué tienen hoy tan mala cara?”
Tuvimos un sueño y no hay quien nos explique lo que quiere decir —contestaron ellos.“¿Y acaso no es Dios quien da las interpretaciones? preguntó José. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.”Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño a José con estas palabras:
“En mi sueño veía una vid,  que tenía tres ramas. Y la vid retoñaba y echaba flores, y las flores se convertían en racimos de uvas maduras. Yo tenía la copa del faraón en la mano, y tomaba las uvas y las exprimía en la copa. Luego, yo mismo ponía la copa en manos del faraón.
Y José le dijo: “El sueño de usted quiere decir esto: las tres ramas son tres días, y dentro de tres días el faraón revisará el caso de usted y lo pondrá de nuevo en su trabajo, y usted volverá a darle la copa al faraón, tal como antes lo hacía. Cuando esto suceda, acuérdese usted de mí, y por favor háblele de mí al faraón para que me saque de este lugar. ¡Compadézcase de mí! A mí me robaron de la tierra de los hebreos, y no merezco estar en la cárcel porque no he hecho nada malo.

Cuando el jefe de los panaderos vio que José había dado una interpretación favorable, le dijo: “Por mi parte, yo soñé que tenía tres canastillos de pan blanco sobre mi cabeza. El canastillo de arriba tenía un gran surtido de pasteles para el faraón, pero las aves venían a comer del canastillo que estaba sobre mi cabeza.
Entonces José le contestó: “El sueño de usted quiere decir esto: los tres canastillos son tres días, y dentro de tres días el faraón revisará el caso de usted y te ejecutará.
Al tercer día era el cumpleaños del faraón, y él hizo una gran fiesta para todos sus funcionarios.Delante de sus invitados, el faraón mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. Al copero lo puso de nuevo en su trabajo, y él volvió a darle la copa al faraón, como antes; pero el panaderolo mandó ejecutar, tal como José lo había interpretado.Sin embargo, el copero no volvió a acordarse de José.



Sin duda Jose sufrió  mucho y  paso duras pruebas   en  Egipto  pero  el siempre mantuvo su fe en Dios .. un salmo de David dice asi ... Hubiera yo desmayado sino creyere que vere la bondad de mi Dios aqui en la tierra de los vivientes.  Esa misma esperanza tenia Jose.  El  creia que Dios era fiel   y que un  dia  Dios oiria sus oraciones y le haría justicia   y que Dios cumpliría las grandes promesas que le habia dado. 

Jose  era un joven bueno e integro  y  creia que todas las cosas ayudan a bien de los  que aman   a Dios.  Sin duda sus padres y abuelos le habian trasmitido  muy buenas enseñanzas a José cuando era nino  y le enseñaron    las historia del Dios de los hebreos  y le hablaron  acerca del  maravilloso y poderoso Dios de Abraham su abuelo. Y de las grandes cosas que Dios habia hecho con el. 

CON SEGURIDAD JOSE FUE TENTADO EN LA CARCEL EL ENEMIGO  Y PENSAMOS QUE MUCHAS VECES LE DIJO... DONDE ESTA TU DIOS COMO QUE ERES FIEL Y TERMINASTE AQUI?? TODOS TE DEJARON.!!! ..SIN EMBARGO JOSE EN LA SOLEDAD DE ESA CARCEL ORABA Y RESISTIO LA TENTACION EL SABIA QUE DIOS ES BUENO Y ES FIEL!! Y QUE CUMPLE SUS PROMESAS  Y JOSE  SE AFERRO A SUS SUENOS Y A LA PROMESA DE DIOS Y PERSEVERO SIENDO FIEL SIENDO INTEGRO Y DIOS RECOMPENSO LA FE DE SU SIERVO Y LO SACO DE LA CARCEL Y LO EXALTO Y LE MOSTRO SU GLORIA. LO PUSO COMO GOBERNADOR DE EGIPTO!! DIOS ES BUENO Y FIEL!! EL HARA GRANDES COSAS CONTIGO!!

EL INQUIETANTE SUEÑO DEL FARAON 
Como  recordamos, el jefe de los coperos se olvidó completamente de José y después que pasaran dos años, el faraón soñó una noche que estaba de pie    a la orilla del río Nilo.
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De repente salían del río siete vacas hermosas y gordas, que comían hierba entre los juncos. Detrás de ellas, siete vacas feas y flacas salieron del río y se pusieron en la orilla, cerca de las otras. Luego, estas vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas hermosas y gordas.
El faraón se despertó. . . ¡que sueño!  Pero estaba tan cansado que se volvió a dormir y tuvo otro sueño: veía que siete espigas de trigo llenas y hermosas crecían en un solo tallo.
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Detrás de ellas salieron otras siete espigas, secas y quemadas por el viento del este, y estas espigas secas se comieron a las siete espigas gruesas y llenas. El faraón se despertó, y se dio cuenta de que era un sueño.
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Pero al día siguiente por la mañana estaba bien cansado y muy preocupado, y ordenó que vinieran todos los adivinos y sabios de Egipto. El faraón les contó sus sueños, pero ninguno de ellos pudo decirle lo que significaban.
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Entonces el jefe de los coperos se recordó y dijo al faraón: “Cuando Su Majestad se enojó conmigo y el jefe de los panaderos y nos mandó a los dos a la cárcel del capitán de la guardia. Allí, una noche, el jefe de los panaderos tuvo un sueño y yo tuve otro, y cada sueño tenía su propio significado.  En ese lugar estaba con nosotros un joven hebreo, que era esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él los interpretó, y nos dijo su significado. ¡Y todo pasó tal como él nos lo había dicho! Yo volví de nuevo a mi trabajo, y el otro fue ejecutado.”
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Entonces el faraón mandó llamar a José, y lo sacaron inmediatamente de la cárcel. José se cortó el pelo, se cambió de ropa y se presentó delante del faraón.
Y el faraón le dijo: “He tenido un sueño y no hay quien pueda interpretarlo, pero he sabido que cuando tú oyes un sueño lo puedes interpretar.”
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Eso no depende de mí”, contestó José; pero Dios le dará a Su Majestad una contestación para su bien.Entonces el faraón le dijo a José: “En mi sueño, yo estaba de pie a la orilla del río Nilo.
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De repente salieron siete vacas gordas y hermosas del río, que comían hierba entre los juncos.  Detrás de ellas salieron otras siete vacas, muy feas y flacas. ¡Jamás había visto yo vacas tan feas en todo Egipto!
Estas vacas flacas y feas se comieron a las primeras siete vacas gordas; pero aunque ya se las habían comido, nadie podría haberse dado cuenta, porque seguían tan flacas como antes. Entonces me desperté.
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El continuó: “Pero después tuve otro sueño en el que siete espigas de trigo, llenas y hermosas, crecían en un mismo tallo. Detrás de ellas crecían otras siete espigas, secas, delgadas y quemadas por el viento del este. Estas espigas secas se comieron a las siete espigas hermosas. Yo les conté esto a los adivinos, pero ninguno de ellos pudo decirme su significado.”
Entonces José le contestó al faraón: “Los dos sueños que tuvo su majestad, son uno solo. Dios le ha anunciado a usted lo que él va a hacer. Las siete vacas hermosas son siete años, lo mismo que las siete espigas hermosas. Es el mismo sueño.
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Las siete vacas flacas y feas que salieron detrás de las otras, también son siete años; lo mismo que las siete espigas secas y quemadas por el viento del este. Éstos serán siete años de escasez.
José continuó: Dios le ha anunciado a su majestad lo que él va a hacer. Van a venir siete años de mucha abundancia en todo Egipto,  y después vendrán siete años de gran escasez. Nadie se acordará de la abundancia que hubo en Egipto, porque la escasez arruinará al país. Será tan grande la escasez, que no quedarán señales de la abundancia que antes hubo.”
Su majestad tuvo el mismo sueño dos veces, porque Dios está decidido a hacer esto, y lo va a hacer muy pronto. Por lo tanto, sería bueno que su majestad buscara un hombre inteligente y sabio, para que se haga cargo del país.
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Haga su majestad lo siguiente: nombre su majestad gobernadores que vayan por todo el país y recojan la quinta parte de todas las cosechas de Egipto, durante los siete años de abundancia. Que junten todo el trigo de los buenos años que vienen; que lo pongan en un lugar bajo el control de su majestad, y que lo guarden en las ciudades para alimentar a la gente. Así el trigo quedará guardado para el país, para que la gente no muera de hambre durante los siete años de escasez que habrá en Egipto.
El plan les pareció bien al faraón y a sus funcionarios, así que el faraón les dijo: “¿Podremos encontrar otro hombre como éste, que tenga el espíritu de Dios?
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Y a José le dijo: “No hay nadie más inteligente y sabio que tú, pues Dios te ha hecho saber todo esto. Tú te harás cargo de mi palacio, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Sólo yo seré más que tú, porque soy el faraón.
Mira, yo te nombro gobernador de todo el país de Egipto.
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Al decir esto, el faraón se quitó de la mano el anillo que tenía su sello oficial y se lo puso a José. Luego ordenó que lo vistieran con ropas de lino muy fino y que le pusieran un collar de oro en el cuello.
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Después lo hizo subir en el carro que siempre iba después del suyo, y ordenó que gritaran delante de él: “¡Abran paso!”Así fue como José quedó al frente de todo el país de Egipto.Luego el faraón le dijo: “Aunque yo soy el faraón, nadie en todo Egipto moverá un dedo sin tu permiso.
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El faraón le puso a José el nombre egipcio de Safenat-panéah, y lo casó con Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. Así quedó José al frente de Egipto. Siendo gobernador. Tambien Faraon le dio las tierras mas ricas y fructiferas de Egipto las tierras de Gozen.  Dios recompenso la fidelidad de  Jose. Aunque este jovencito tuvo que pasar muchas y muy grandes pruebas el pudo perdonar y mantener su corazon integro  y sano delante de Dios.   


Jose paso muy duras pruebas en la tierra de Egipto, fue esclavo y luego fue preso en la carcel de Faraón  pero  el siempre mantuvo su fe en Dios .. se  mantuvo fiel  y adorando a Dios. un salmo de David dice hubiera yo desmayado sino creyere que vere la bondad de mi Dios aqui en la tierra de los vivientes.  Esa misma esperanza tenia Jose.  El  creia que Dios era fiel   y que un  dia le haría justicia   y que Dios cumpliría las grandes promesas que le habia dado. 
Jose creia que todas las cosas ayudan a bien de los  que aman   a Dios.  Sin duda sus padres y abuelos le habian trasmitido  muy buenas enseñanzas a Jose cuando era niño  y le ensenaron    las historia del Dios de los hebreos  y le hablaron  acerca del Dios de Abraham su abuelo. Y de las grandes cosas que Dios habia hecho con el. 

LOS HERMANOS DE JOSE VIENEN A EGIPTO
En este capitulo vemos que los malos hermanos de Jose tiene que venir a Egipto a buscar alimentos.Pues la sequia en toda la tierra. Alli Jose los probó y luego se dió a conocer a ellos. Y los recibió en paz  y les dio un lugar  en la tierra de Gozen la mejor tierra de Egipto. .


Continuamos con la historia de José, el patriarca del que ya hemos expuesto la primera parte de su historia.
José les dijo: “¡Vosotros sois espías que habéis venido a conocer las partes no fortificadas de esta tierra!” Y les hizo muchas preguntas acerca de quiénes eran, de dónde procedían y sobre su familia como si desconfiara de ellos. Atemorizados sus hermanos respondieron: “¡No, señor mío, solo hemos venido a comprar alimentos, somos gente buena! Éramos doce hermanos en la tierra de Canaán, el más pequeño se quedó allí con nuestro padre y el otro no vive ya” Pero José les dijo: “Para probar si decís la verdad tendréis que traer a vuestro hermano menor; uno de vosotros irá a buscarlo y los demás permaneceréis aquí prisioneros”  Y los hizo meter juntos en la cárcel durante tres días. Pero al tercer día José cambió de planes movido por el amor a los suyos, que todavía conservaba, y, sin darse a conocer, les dio la orden de partir hacia su tierra para remediar el hambre de sus familias con la condición de que se quedara sólo uno de ellos hasta que viniera su hermano menor, Benjamín.  Ellos se entristecieron y hablaban entre sí diciendo: “Este es el castigo que Dios nos manda por haber vendido a nuestro hermano José” Ignorantes, pensaban que José no les entendía cuando hablaban, pero lo entendía todo aunque a ellos les hablaba por medio de un intérprete para disimular.
José se emocionó y se tuvo que retirar para llorar sin que sus hermanos lo vieran. Luego eligió a Simeón para que se quedara y le puso cadenas de prisionero ante la mirada afligida de los otros.
José, que quería beneficiar a su familia y a su padre, mandó que llenaran sacos de trigo, que pusieran dentro de los sacos el dinero de cada uno y que les dieran provisiones para el camino. Ellos cargaron el trigo sobre los asnos y partieron para la tierra de Canaán.
Al llegar la noche, uno de los hermanos abrió un saco para dar pienso a los animales y descubrió que en la boca del saco estaba todo su dinero. ¡Se quedaron estupefactos! Y se preguntaban: “¿Qué es esto que hace Dios con nosotros?”
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Llegaron a su casa y contaron a su padre cuanto les había sucedido; luego, al vaciar los sacos, encontraron el resto del dinero. Entonces se llenaron de temor. Israel (Jacob) les dijo: “¡Vais a dejarme sin hijos! José desapareció, Simeón desapareció, ¿y vais a llevaros ahora a Benjamín? ¿Por qué le habéis dicho a ese egipcio que teníais otro hermano?  Judá respondió: “Aquel hombre nos preguntó insistentemente sobre nosotros y sobre nuestra familia, y nos dijo: “¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis algún otro hermano?” Y nosotros contestábamos a las preguntas sin imaginar lo que nos iba a pedir.  Padre, deja que el pequeño venga conmigo, yo te respondo de él”.
Israel no tuvo más remedio que ceder, pero les dijo: “Tomad de los mejores productos de esta tierra en vuestro equipaje y bajádselos al hombre aquél como regalo, devolved también el dinero que trajisteis y llevad más dinero, pues quizá haya sido un error. Que el señor Dios omnipotente os haga hallar gracia ante ese hombre para que deje volver a vuestro hermano Simeón y a Benjamín.
Llegados de nuevo a Egipto y viendo José a todos sus hermanos, dijo al  mayordomo: “Prepara una buena comida y llévalos a mi casa porque comerán conmigo a mediodía”  Los hermanos, al enterarse, sintieron miedo y decían: “Es por lo del dinero que volvió en nuestros sacos por lo que nos traen aquí para hacernos esclavos suyos”  Así que dijeron al mayordomo: “Perdone señor, nosotros vinimos a comprar víveres y al regresar encontramos el dinero en nuestros sacos pero lo traemos de vuelta y también traemos más dinero para comprar más trigo; no sabemos quién puso el dinero en nuestros sacos” El mayordomo contestó: “Que la paz sea con vosotros, no tengáis miedo, ha sido Dios, el Dios de vuestro padre el que os puso ese tesoro en los sacos, entrad en la casa y lavaos los pies porque vais a comer con mi señor”
Cuando entró José se postraron rostro en tierra ante él y le ofrecieron los regalos que traían. Él les preguntó: “¿Estáis bien?, vuestro padre, de quien me hablasteis ¿está bien?, ¿vive todavía?” Ellos le contestaron afirmativamente. José alzó los ojos y vio a Benjamín, su hermano, hijo de su misma madre, Raquel, y dijo: “¿Es éste vuestro hermano menor?, y añadió: “Que Dios te bendiga, hijo mío”  Se conmovió por dentro y buscó un lugar donde llorar sin que le vieran ellos, retirándose a su habitación.
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Durante la comida sentaron a los hermanos delante de José por orden, de mayor a menor, y se miraban unos a otros atónitos por lo que les estaba sucediendo. A Benjamín le pusieron una ración de comida cinco veces mayor que a los demás, pero todos comieron en abundancia y bebieron y estuvieron muy alegres en compañía de José.
Al marcharse de nuevo para su tierra, José dio orden a sus criados de poner el dinero en la boca de los sacos como la vez anterior, pero también ordenó que dentro del saco de Benjamín pusieran una copa de plata juntamente con el dinero.
Y cuando ya se habían ido dijo José al mayordomo: “Anda, sal en persecución de esas gentes y cuando los alcances diles: ¿Por qué habéis obrado así, devolviendo mal por bien? ¡Habéis robado la copa de plata en la que bebe mi señor!”
El mayordomo salió con soldados en busca de los hermanos y cuando los alcanzó, los detuvo y, siguiendo las instrucciones de su amo, les acusó de robar la copa de plata. Ellos, asombrados le contestaron: “Si hemos devuelto a tu señor el dinero que habíamos llevado a nuestra tierra, ¿cómo íbamos a querer robar plata ni oro de tu señor?, si la copa la tiene alguno de nosotros, que muera y todos los demás seamos llevados como esclavos de tu señor”
Bajaron los sacos de los asnos y los fueron abriendo comenzando por el hermano mayor. Cuando Benjamín, el pequeño, abrió el suyo, apareció la copa de plata ante la mirada espantada de todos los demás. El mayordomo los obligó a regresar a Egipto, y llegando ante José cayeron de nuevo rostro en tierra. José les dijo: “¿Qué es lo que habéis hecho? ¿No sabíais que tengo poder de adivinar las cosas?” Judá contestó: “¿Qué vamos a decir a mi señor?, ¿cómo hablar, cómo justificarnos? Dios nos ha castigado y somos esclavos tuyos”
Pero José contestó: “Solo será mi esclavo el que tenía la copa, los demás podéis marcharos” Pero Judá, abatido, le suplicó que dejara libre a Benjamín pues si no regresaba, su padre se  moriría de pena, y le recordó cuánto le había apenado a su padre perder al otro hermano hacía muchos años. Se ofreció a quedarse él como esclavo en vez del pequeño y le decía: “¿Cómo voy a poder yo regresar a casa de mi padre si no llevo al niño conmigo? No, que no vea yo la desdicha en la que caerá mi padre”.
José, viendo que ya no podía contenerse más, ordenó que salieran todos de su presencia menos sus hermanos, y cuando ya se quedó solo con ellos les dijo entre lágrimas: “¡Yo soy José!, vuestro hermano, ¿vive todavía mi padre?” Pero sus hermanos se llenaron de terror ante él y no sabían qué contestarle. Él seguía llorando y  les tranquilizó: “¡Acercaos a mí!”, les dijo. Se  acercaron; José les habló con ternura: “Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendisteis para que fuese traído a Egipto; pero no os aflijáis y no os pese haberme vendido pues para vuestra vida y salvación me ha traído Dios aquí antes de vosotros. ¡Sí!, es Dios quien me trajo y me ha hecho amigo del faraón, y señor de toda su casa, y me ha puesto al frente de toda la tierra de Egipto. ¡Corred y decid a mi padre: Tu hijo José está vivo! Contadle cuánta es mi gloria en Egipto y traedle aquí sin tardar. Quedan todavía cinco años de hambre pero aquí conmigo no pasaréis hambre. Traed también a toda vuestra familia”. Y se echó sobre el cuello de Benjamín, su hermano pequeño, y lloraron los dos. Luego besó y abrazó al resto de sus hermanos y se quedó mucho rato hablando con ellos.
Cuando el faraón se enteró de que José había encontrado a sus hermanos se alegró muchísimo y le dijo: “Di a tus hermanos que carguen sus asnos con lo que les haga falta, que vayan a vuestra tierra y traigan a vuestro padre, y que traigan a sus familias; que no sientan pena por dejar sus cosas porque aquí tendrán abundancia, les daremos lo mejor de la tierra de Egipto. Que se lleven carros para traer a todos”
José les dio vestidos nuevos, y a Benjamín trescientas monedas de plata y cinco vestidos. Cargaron los asnos con lo mejor de Egipto y otros diez asnos con trigo y alimentos para el camino de regreso; después despidió a sus hermanos diciéndoles: “No vayáis a reñir durante el viaje”.
De regreso en la tierra de Canaán, los hermanos de José  contaron a su anciano padre, Israel, que José estaba vivo y que era el jefe de toda la tierra de Egipto. Y aunque él, en un principio, no les creyó; cuando vio los carros del faraón y los asnos con tantos presentes de parte de José se reanimó y decidió ir a Egipto a encontrarse con su querido hijo antes de morir.
Así pues, partió Israel con todo lo que tenía al encuentro de José. Por el camino, Dios le habló en una visión nocturna y le dijo: “Jacob, Jacob, yo soy Él, el Dios de tu padre. No temas bajar a Egipto pues yo te haré allí un gran pueblo. Yo iré contigo y más adelante te haré regresar. José te cerrará los ojos”
Israel siguió ilusionado su camino; le acompañaban todos sus hijos con sus mujeres y todos sus nietos, sus ganados y los bienes que habían adquirido en Canaán. En total eran unas setenta personas las que viajaron a Egipto.
Cuando ya estaban cerca, se adelantó Judá para avisar a José de la llegada de la comitiva. E hizo José preparar su carro y subiendo en él se fue al encuentro de Israel, su padre. En cuanto le vio, se echó a su cuello, y lloró largo tiempo. Israel dijo a José: “Ya puedo morir, pues he visto tu rostro y vives todavía”
José presentó  su familia al faraón, quien se alegró y le dijo:”Tu padre y tus hermanos han venido a ti; tienes a tu disposición toda la tierra de Egipto. Te recomiendo la tierra de Gosén, que es la que tiene mejores pastos para los rebaños”
Y habitaron en aquella región por muchos años creciendo y multiplicándose, formando grandes  familias que luego se convirtieron en tribus, y que heredarían la promesa de la tierra futura, promesa hecha por Dios a sus padres. 
Aunque Gosén era una tierra muy fértil dentro de Egipto, no es la que Dios tenía reservada para el futuro pueblo descendiente de Israel.
Murió Israel muy anciano bendiciendo a sus doce hijos y a los descendientes que vinieran; también a los hijos de José, Efraím y Manases, para que tuvieran parte en su herencia. A su hijo Judá, que había demostrado mayor bondad con su padre y mayor celo y renuncia personal en favor de sus hermanos, le encomendó particularmente que ejerciera la autoridad sobre las tribus hermanas, “Hasta que venga Aquel a quien Dios ha destinado, a quien darán obediencia todos los pueblos”. 
Es una clara referencia al Mesías que habría de venir investido de la autoridad de Dios.  Por eso, el futuro Mesías, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nacería de la descendencia de Judá (Acuérdate de que Jesús era judío).
Embalsamaron el cadáver de Israel como hacían los egipcios para conservar el cuerpo. Luego lo llevaron a enterrar a la tierra de Canaán, en el mismo sepulcro de Abraham, su abuelo y de Isaac, su padre.
José envejeció y murió feliz, recordando a sus hermanos que Dios no se olvidaría de su promesa y que el destino de su pueblo sería volver a la tierra de Canaán, la tierra prometida, y que cuando eso sucediera, llevasen  su propio cuerpo para darle allí sepultura. .
Los restos mortales de José fueron sacados de Egipto por Moisés cuatrocientos años más tarde y depositados en Siquém, en el campo que había comprado Israel, su padre, y en el mismo lugar donde Jesús convirtiera, siglos después, a una mujer Samaritana.
Jesús y José
José guardó constante fidelidad a Dios, tanto en la prosperidad como en la adversidad. Su carácter bondadoso respira misericordia y perdón, y es por esto una de las figuras más parecidas a Jesús.



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MISIONEROS WILLY Y KARINA HAMEL






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