miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL MISTERIO DEL AVIVAMIENTO DE LA CALLE ASUZA. DE WILLAM SEYMOR.

 EL MISTERIO DEL AVIVAMIENTO DE LA CALLE ASUZA. DE WILLAM SEYMOR.

En este libro vamos a investigar sobre el misterio del gran Avivamiento de la calle Azusa, en la ciudad de  Los Angeles,  este fue un poderoso  Avivamiento que impactó de una forma muy grande a los Estados Unidos y al mundo occidental,  gracias a este Avivamiento se levantaron Iglesias y  denominaciones que alcanzaron a miles de millones de personas. Fue el gran poder del Espíritu Santo que se derramó en este lugar a través de sus pastores y sus líderes y desde California y fueron hasta fin del mundo. Expandiendo el avivamiento pentecostal. 

La historia cristiana está marcada por hombres y mujeres humildes a quienes Dios levantó y usó para una obra especial. William J. Seymour fue uno de ellos. Nació en 1870 en Centerville, Luisiana, de padres que apenas unos años antes habían sido liberados de la esclavitud. 

El clima social  de aquella época era muy prejuicioso y la población negra estaba en gran medida segregada de gran parte de la sociedad. Sus padres continuaron trabajando en una plantación, incluso después de ser liberados, y Seymour dedicó gran parte de su infancia a lo mismo. Al carecer de educación formal, Seymour se formó de forma autodidacta, principalmente a través de la lectura de la Biblia.

Desde muy joven, Willam Seymour sintió un gran deseo y atracción por lo espiritual. El oraba y ayunaba. Con frecuencia. Tenia hambre y sed de Dios. El  experimentó sueños y  visiones y comenzó a anhelar servir al Señor. 

Su vida se basó en una  intensa búsqueda espiritual que lo llevaría a muchos lugares y a tomar decisiones inesperadas.


Después de orar y buscar a Dios , a  los veinticinco años, Willam sintio un llamado e hizo algo que pocos hombres negros se atrevían a hacer, se mudó del sur a Indianápolis, Indiana, una ciudad predominantemente blanca, donde trabajó como camarero de un hotel.

En Indianápolis, Seymour tuvo su propia experiencia de conversión a Dios. Se unió a una iglesia metodista, donde sirvió al Señor con amor y fidelidad. el metodismo tendría una gran influencia en su vida y su teología. Luego William Seymour fue guiado por Dios  a la ciudad de Cincinnati, Ohio, donde continuó trabajando y  asistiendo a una iglesia metodista. Para muchos buscadores espirituales, el metodismo les había abierto un mundo de iglesias con doctrinas basadas en la Biblia  y movimientos de santidad. muchos de ellos tenían el metodismo y las enseñanzas de Juan Wesley como base teológica. Seymour pronto se involucró en iglesias y movimientos de santidad, uno de ellos los Santos de la Luz Vespertina.

Esta iglesia pertenecía a la rama del metodismo Wesleyano, una tradición protestante que se originó en las enseñanzas de John Wesley (1703-1791). Se caracterizaba por  seguir la teología arminiana, el énfasis en la experiencia cristiana, la santidad personal y un fuerte compromiso con la evangelización y las misiones. El metodismo wesleyano también se distingue por su "Cuadrilátero Wesleyano", un método de reflexión que incluye la Escritura, la tradición, la razón y la experiencia cristiana como fuentes para la teología.

 En el metodismo , se pone un gran énfasis en la vida de santidad ( pureza, integridad) y la experiencia personal de la gracia de Dios, buscando vivir una vida agradable a Dios, libre de pecado y de vicios (aunque no exenta de la posibilidad de caer). 

Compromiso Social y Misionero

El cuidado de los  pobres y necesitados han sido pilares fundamentales, con un fuerte enfoque en la vida misional como norma para los cristianos. 

Servicio a los Oprimidos:

La tradición wesleyana incluye un fuerte compromiso con los pobres, oprimidos y marginados, buscando erradicar la pobreza y la  injusticia social. 

Educación y Misiones:

Históricamente, los metodistas  fundaron escuelas y universidades, lo que ha sido un aspecto importante de su labor misionera y de servicio social. 

Mientras estuvo con los hermanos Metodistas, Willam Seymour aceptó su propio llamado al ministerio tras un tiempo de lucha con su vocación. 

Fue ordenado tras una dolorosa prueba en su vida. Seymour contrajo viruela y, aunque la enfermedad no lo mató, sí le quitó la vista de un ojo. Esto no lo detuvo. Se lanzó con gran entusiasmo  al ministerio evangelístico itinerante.

Tras un período de ministerio itinerante, predicando el Evangelio en calles y parques, Willam Seymour se estableció en Houston, Texas.

 Allí, más tarde, le ofrecieron el liderazgo de una pequeña iglesia de Santidad. La iglesia había sido pastoreada por la Sra. Lucy Farrow. Ella dejó la iglesia para trabajar en la escuela bíblica de Kansas del  pionero pentecostal, Charles Fox Parham. La hermana Lucy era una mujer negra,  de corazón ferviente  que amaba a Dios y predicaba el evangelio. Ella creía en el Espíritu Santo y los dones de sanidad, oraba por los enfermos, después ella sería un gran apoyo a la obra de la iglesia de avivamiento de Asuza. 

Entonces hacia finales del siglo XIX, hubo un drástico aumento del fervor religioso, ya que varios grupos anticiparon el fin de la historia y el regreso de Cristo en 1900. Gran parte de este movimiento  fue impulsado por las reuniones de avivamiento organizadas por los miembros del movimiento de santidad, y hubo informes ocasionales de personas que fueron llenas del Espíritu y hablaban en lenguas. 

El primer uso generalizado de las lenguas se produjo en un avivamiento en Topeka, Kansas, en enero de 1900, dirigido por el pastor Charles Parham. La hermana Agnes Ozman, una metodista, comenzó a hablar en lenguas, y otros en la reunión finalmente siguieron su ejemplo. Estos fueron los comienzos del movimiento Pentecostal que pronto iría a impactar las naciones. Ellos creían que Dios deseaba llenar y bautizar con el Espíritu Santo a cada creyente. Según la promesa de Hechos 1.8. Y creían que los dones de lenguas espirituales y de sanidad y  liberación y milagros estaban completamente vigentes para los creyentes. 

Ellos creían que los dones del Espíritu Santo y las sanidades y milagros eran para este tiempo. Para bendecir las vidas. 

El pastor Parham enseñaba que la evidencia del bautismo en el Espíritu Santo era hablar en lenguas espirituales. Mientras servía en la escuela, la hermana Lucy  Farrow tuvo una experiencia personal de este bautismo en el Espíritu Santo y habló en lenguas espirituales. Más tarde, regresó a Texas y les contó su experiencia a Seymour y a otros. El pastor Parham pronto decidió abrir una escuela bíblica en Houston. A través de la hermana Lucy  Farrow, el hermano William Seymour,  conoció al pastor Parham.

Entonces Willam Seymour decidió asistir a la nueva escuela del pastor Parham. Allí escuchó mucha enseñanza sobre el  del Espíritu Santo. Y sobre los dones espirituales.  Llegó a aceptar la teología de las lenguas espirituales como evidencia externa  de este bautismo. Sin embargo, en esa etapa temprana no lo había experimentado personalmente.

 Willam Seymour planeó fundar una iglesia, pero estos planes se vieron interrumpidos cuando la hermana  Neely Terry le preguntó si quería ir a Los Ángeles y pastorear una pequeña misión allí. La misión estaba dirigida por la señora Julia Hutchins, quien deseaba ir a África a realizar trabajo misionero.

El hermano William Seymour llegó a Los Ángeles y predicó en la iglesia de la hermana  Julia  Hutchins. Cuando predicó sobre el bautismo del Espíritu Santo, hubo reacciones encontradas. A algunos les gustó la enseñanza del hermano Seymour y querían saber más del Espíritu Santo.  Pero otros discreparon. Una de las personas que discrepó fue la propia hermana Julia Hutchins. Más tarde, ella aceptaría esta enseñanza sobre el bautismo del Espíritu Santo, tendría su propia experiencia con este bautismo y se convertiría en una gran defensora y propagadora del movimiento pentecostal. Pero en  esta etapa, ella se opuso a la enseñanza de Seymour e incluso lo expulsó de la iglesia.

Aunque Julia Hutchins rechazó a Seymour, otros hermanos lo recibieron. Una pareja, los Lee, de la iglesia de Hutchins, lo alojaron en su casa. Allí, Seymour pasaba muchas horas orando. Invitó a los Lee a orar con él. Otros se unieron a ellos y se formó una reunión de oración. Pronto, Seymour fue invitado a mudarse a la casa del Sr. y la Sra. Asberry, que vivían en la calle Bonnie Brae. 

El Predicador Seymour y el pequeño grupo de nuevos seguidores pronto se trasladaron a la casa de Richard y Ruth Asberry, en el 214 de la calle North Bonnie Brae.​  Alli la gente buscaba a Dios con gran fervor. 

Las familias blancas de las iglesias de Santidad locales comenzaron a asistir también, algo histórico del naciente movimiento pentecostal, ya que en los estados unidos para esa época existían grandes discriminaciones raciales. 

El grupo se reunía periódicamente y  alababan y oraban unidos  por el bautismo del Espíritu Santo y la confirmación de la palabra: "y en los postreros días, dice Dios, derramare mi Espíritu sobre toda carne...." (Hechos 2:17) 

El 9 de abril de 1906, después de cinco semanas de predicación y de oración de Seymour, y al tercer día de un ayuno  de 10 días, Edward S. Lee habló en lenguas por primera vez.​ En la siguiente reunión, Seymour compartió el testimonio de Lee y predicó un sermón en Hechos 2:4, y pronto otras seis personas empezaron a hablar en lenguas también,​ incluida Jennie Moore, que más tarde se convertiría en esposa de Seymour. Unos días después, el 12 de abril, Seymour recibió el Bautismo del Espíritu y habló en lenguas espirituales por primera vez, después de orar toda la noche


En la noche del 9 de abril de 1906, Seymour y siete hombres estaban orando  esperando a Dios en Bonnie Brae Street, "cuando de repente, vino la presencia de Dios y como alcanzados por un rayo, fueron derribados de sus sillas al suelo", y los otros siete los hombres comenzaron a hablar en lenguas y a gritar en voz alta alabando a Dios. La noticia se difundió rápidamente; la ciudad se conmovió; se reunieron multitudes; los servicios se trasladaron al exterior para dar cabida a la multitud que llegaba de todas partes; la gente caía al acercarse, y lo atribuían a Dios; la gente era bautizada en el Espíritu Santo y se decía que muchos enfermos eran sanados. Aun la gente que pasaba por la calle eran tocadas por Dios. 



 Había algo diferente y  muy especial en estas reuniones de oración.  La presencia de Dios era tangible. La gente era profundamente tocada por Dios y muchos de ellos tuvieron la experiencia de ser bautizados en el Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas. Y tambien profetizaban. Otros fueron sanados. Aunque no fue el primero en experimentar esto, Seymour también  posteriormente fue bautizado en el Espíritu Santo y habló en lenguas.


Había estallado un avivamiento y la gente llegaba de todas partes de la ciudad, las reuniones estaban abarrotadas. Estaban llenas de oración, testimonios, adoración y milagros y sanidades y fenómenos sobrenaturales. En la pequeña casa ya no cabía tanta gente, así que, en abril de 1906, el grupo se mudó a un viejo edificio en el número 312 de la calle Azusa. 



Este local pronto se llenó, y muchos esperaban afuera por falta de espacio. Se desató un gran avivamiento y los testimonios, las sanidades y los fenómenos sobrenaturales parecían no tener fin. La gente veia una nube de la gloria Shekinah dentro de la reunión. Otras veces los vecinos veian un resplandor como llamas de fuego sobre la iglesia.  

EL pastor William Seymour contrajo matrimonio con una joven cristiana de origen afro americano,  llamada Jennie Evans Moore Seymour el año 1908. El 13 de mayo. Ella fue una de las primeras siete creyentes en experimentar el Bautismo del Espíritu y  hablar en lenguas espirituales, después de reunirse en una casa donde oraron juntos en la calle Bonnie Brae.  Se casó con William J. Seymour el 13 de mayo de 1908. Ella fue una mujer muy entregada a Dios y fue un pilar fundamental en la iglesia.


Las reuniones fueron sostenidas por Dios y el avivamiento perduró durante muchos años. Bajo el liderazgo del pastor William Seymour. En esta iglesia fueron derribadas las barreras raciales. Por el poder del Espíritu Santo  que puso su amor en los corazones de los cristianos. En esa iglesia habia mucho  amor y solidaridad. 

El pastor Willam Seymour fue descrito como un hombre muy sencillo,  “humilde”, “tranquilo” y de “voz suave”. William Durham dijo de él:  Camina y habla con Dios. Continuamente. Su poder reside en su debilidad. Parece mantener una total  dependencia  de Dios y es tan sencillo de corazón como un niño, y al mismo tiempo está tan lleno de Dios que sientes su amor y poder cada vez que te acercas a él. Es un hombre lleno del Espíritu Santo. Recibe visiones y revelaciones de Dios. 

El pastor William Seymour amaba las Escrituras y hablaba especialmente de los Evangelios, Hechos, Romanos, 1 Corintios, Efesios, Hebreos y el libro de Apocalipsis.

EL  testimonio de quienes asistieron al avivamiento de la calle Azusa fue: "Soy salvo, santificado y lleno del Espíritu Santo", en referencia a las tres obras de gracia de los pentecostales de santidad , la rama original del pentecostalismo. 

Para acomodar mejor a las multitudes, se aseguró un viejo y destartalado edificio de madera de dos pisos en el 312 de la calle Azusa, en la zona industrial de la ciudad. Este edificio, construido originalmente para una iglesia episcopal metodista africana (AME), se había utilizado más recientemente como establo, almacén y casa de vecindad. En esta humilde misión de la calle Azusa, ocurrió un avivamiento continuo de varios años que se hizo conocido en todo el mundo. Stanley H. Frodsham, en su libro With Signs Following (Con señales que siguen) , cita la descripción de un testigo ocular de la escena: El avivamiento se caracterizó por experiencias espirituales acompañadas de testimonios de grandes  milagros de sanidad física , [ 4 ] servicios de adoración y hablar en lenguas espirituales . 

Hoy en día, los historiadores consideran que este avivamiento fue el principal catalizador de la propagación del pentecostalismo en el siglo XX. De Los Ángeles a las naciones del mundo. 


El pastor  Willam Seymour lideró la Misión de Azusa durante muchos años, hasta su fallecimiento. En ocasiones, aceptaba invitaciones para predicar  en otros lugares. Vio a Azusa en sus mejores momentos y perseveró también durante los años difíciles. El pastor William Seymour falleció el 28 de septiembre de 1922 de un ataque al corazón. El liderazgo de Azusa recayó entonces en su esposa.


Jennie Evans Moore Seymour (10 de marzo de 1874 - 2 de julio de 1936) fue una líder afroamericana de la iglesia de Santidad en el Avivamiento de la Calle Azusa .  Fue una de las primeras siete personas en experimentar el fenómeno de hablar en lenguas espirituales después de reunirse en una casa donde oraron juntos en la calle Bonnie Brae.  Se casó con William J. Seymour el 13 de mayo de 1908.

Se dice que Jennie Evans Moore Seymour fue la primera mujer de Los Ángeles en hablar en lenguas. Jennie dejó Texas y encontró trabajo en Los Ángeles como sirvienta. Más tarde, se convirtió en cocinera de una influyente familia blanca y vivía en el número 217 de la calle North Bonnie Brae. Jennie vivía al otro lado de la calle y asistía regularmente a las reuniones que William Seymour celebraba en la casa de Richard y Ruth Asberry, ubicada en el número 214 de la calle North Bonnie Brae. Cuando Jennie recibió el bautismo del Espíritu Santo, hablaba en seis idiomas diferentes. Nunca antes había tocado el piano, pero se acercó a él y comenzó a tocar bajo la unción mientras cantaba en lenguas.

También comenzó a asistir a las reuniones de avivamiento en el número 312 de la calle Azusa. 

  Después de que el auge del Avivamiento de la Calle Azusa disminuyó, ella pastoreó la iglesia con su esposo. Después de sufrir dos ataques cardíacos, su esposo William J. Seymour murió en sus brazos el 28 de septiembre de 1922.  Jennie Seymour murió casi 14 años después, el 2 de julio de 1936, y fue enterrada junto a su esposo en el Cementerio Evergreen , Los Ángeles , California. 

William Seymour siempre será alguien que se destaque en la historia de la iglesia por su  sencilles y su profunda fe y amor por la obra de Dios .

 Seymour desde temprano empezó a buscar a Dios, y su experiencia con Él fue real y transformadora. Dios usó esta vida humilde para traer  un gran avivamiento, y la vida de William  Seymour sigue siendo un ejemplo para todos nosotros de lo que Dios puede hacer a través de la entrega y consagracion de sus siervos.



CAPITULO 1.


 Avivamiento de la Calle Azusa fue una serie histórica de reuniones de avivamiento pentecostal que tuvieron lugar en Los Ángeles, California. Fue dirigido por William J. Seymour, un predicador afroamericano. El avivamiento comenzó el 9 de abril de 1906 y continuó hasta aproximadamente 1915.



El testimonio de quienes asistieron al Avivamiento de la Calle Azusa fue "Soy salvo, santificado y lleno del Espíritu Santo" en referencia a las tres obras de gracia de los Pentecostales de Santidad, la rama original del pentecostalismo.​ Para dar cabida aún más a la multitud, se aseguró un viejo edificio de dos pisos en 312 Azusa Street en la sección industrial de la ciudad. Este edificio, construido originalmente para una Iglesia Episcopal Metodista Africana (AME), se había utilizado más recientemente como establo , edificio de almacenamiento y casa de vecinos. En esta humilde misión de la calle Azusa se produjo un avivamiento continuo que duró varios años y se hizo conocido en todo el mundo. Stanley H. Frodsham, en su libro With Signs Following, cita la descripción de la escena de un testigo ocular: El avivamiento se caracterizó por experiencias espirituales acompañadas de testimonios de milagros de sanidad física, servicios de adoración y hablar en lenguas. Los participantes fueron criticados por algunos medios de comunicación seculares y teólogos cristianos por comportamientos considerados escandalosos y poco ortodoxos, especialmente en aquel momento. Hoy en día, los historiadores consideran que el avivamiento es el principal catalizador de la expansión del pentecostalismo en el siglo XX.

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 En1905, el afroamericano William J. Seymour, de 34 años, hijo de antiguos esclavos, fue un aprendiz del notorio predicador pentecostal Charles Parham y pastor interino de una pequeña Iglesia Cristiana de Santidad en Houston, Texas. Entonces la hermana Neely Terry, una mujer afroamericana que asistió a una pequeña iglesia de la santidad pastoreada por Julia Hutchins en Los Ángeles, hizo un viaje para visitar a familiares en Houston a finales de 1905. Hasta que en Houston, visitó la iglesia de Seymour, donde él predicó que el bautismo del Espíritu Santo era acompañado con el hablar en lenguas, y aunque él no había experimentado esto personalmente, Terry quedó impresionada con su carácter y la profundidad del mensaje. Una vez en casa, en California, Terry sugirió que Seymour fuera invitado a hablar en la iglesia local. Seymour recibió y aceptó la invitación en febrero de 1906, y él recibió ayuda financiera y una bendición de Parham por su visita prevista de un mes.

Seymour llegó a Los Ángeles el 22 de febrero de 1906, y en dos días estuvo predicando en la iglesia de Julia Hutchins en la esquina de la Calle Novena y avenida Santa Fe. Durante su primer sermón, él predicó que el hablar en lenguas fue la primera evidencia bíblica del bautismo inevitable en el Espíritu Santo. Al domingo siguiente, 4 de marzo, volvió a la iglesia y encontró que Hutchins había cerrado con candado la puerta. Ancianos de la iglesia rechazaron la enseñanza del pr Willam  Seymour.

También provino censura de su mensaje de la Asociación de la Iglesia de Santidad del Sur de California con la que la iglesia tenía afiliación. Sin embargo, no todos los miembros de la iglesia de Hutchins rechazaron la predicación de Seymour. Él fue invitado para quedarse en la casa de un miembro de la congregación de Edward S. Lee, y él empezó a celebrar los primeros estudios bíblicos y reuniones de oración allí.


El Predicador Seymour y el pequeño grupo de nuevos seguidores pronto se trasladaron a la casa de Richard y Ruth Asberry, en el 214 de la calle North Bonnie Brae.​ Las familias blancas de las iglesias de Santidad locales comenzaron a asistir también, algo histórico del naciente movimiento pentecostal, ya que en los estados unidos para esa época existían grandes discriminaciones raciales. El grupo se reunía periódicamente y oraba por el bautismo del Espíritu Santo y la confirmación de la palabra: "y en los postreros días, dice Dios, derramare mi Espíritu sobre toda carne...." (Hechos 2:17) El 9 de abril de 1906, después de cinco semanas de predicación y de oración de Seymour, y al tercer día de un ayuno pretendido de 10 días, Edward S. Lee habló en lenguas por primera vez.​ En la siguiente reunión, Seymour compartió el testimonio de Lee y predicó un sermón en Hechos 2:4, y pronto otras seis personas empezaron a hablar en lenguas también,​ incluida Jennie Moore, que más tarde se convertiría en esposa de Seymour. Unos días después, el 12 de abril, Seymour recibió el Bautismo del Espíritu y habló en lenguas espirituales por primera vez, después de orar toda la noche.


Noticias de los acontecimientos en la calle North Bonnie Brae rápidamente circularon entre los afroamericanos y blancos residentes de la ciudad, y durante varias noches, varios oradores querían predicar a la multitud de espectadores curiosos e interesados desde el pórtico delantero de la casa de los Asberry. Miembros de la audiencia incluía a personas de un amplio espectro de niveles de ingresos y formación religiosa. Hutchins finalmente habló en lenguas así como su congregación entera comenzó a asistir a las reuniones. Pronto la multitud se volvió muy grande y estaban llenos de gente hablando en lenguas, gritando, cantando y gimiendo. Bajo el poder del Espíritu Santo.  Finalmente, el pórtico delantero se derrumbó, forzando al grupo a comenzar a buscar un nuevo lugar de reunión.​ Un residente del barrio describió los acontecimientos en el 214 de North Bonnie Brae con las siguientes palabras. 

Ellos gritaron tres días y tres noches. Era tiempo de Pascua. La gente vino de todas partes. A la mañana siguiente no había forma de acercarse a la casa. Así como la gente entraba ellas caían bajo el poder de Dios, y la ciudad entera se conmovió. Gritaban hasta que la base del pórtico de la casa se deshizo, pero nadie resultó herido.


RÍO DE AGUA VIVA – SERMÓN DE W. SEYMOUR EN LA CALLE AZUSA.


En el capítulo 4 de Juan, se encuentran las palabras: «Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber»; tú le habrías pedido, y él te habría dado agua viva. Alabado sea Dios por las aguas vivas que fluyen hoy libremente, porque vienen de Dios a todo corazón hambriento y sediento. Jesús dijo: «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva». Entonces podremos ir en el poderoso nombre de Jesús hasta los confines de la tierra y regar lugares áridos, desiertos y solitarios, hasta que estos corazones resecos, tristes y solitarios se regocijen en el Dios de su salvación. Queremos los ríos hoy. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios en las alturas!


En Jesucristo recibimos el perdón de nuestros pecados, la santificación de nuestro espíritu, alma y cuerpo, y sobre ello recibimos el don del Espíritu Santo, que Jesús prometió a sus discípulos, la promesa del Padre. Todo esto lo obtenemos mediante la expiación. ¡Aleluya!


El profeta dijo que él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. Fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos sanados. Así que recibimos sanidad, salud, salvación, gozo, vida; todo en Jesús. ¡Gloria a Dios!


Hoy en día hay muchos pozos, pero están secos. Hay muchas almas hambrientas que están vacías. Pero acerquémonos a Jesús y confiemos en su palabra, y encontraremos pozos de salvación y podremos sacar agua del pozo de salvación, porque Jesús es ese pozo.


En ese momento, Jesús estaba cansado de un largo viaje, y se sentó junto al pozo en Samaria. Una mujer vino a sacar agua. Él le pidió de beber. Ella respondió: «¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos». Jesús dijo: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido, y él te habría dado agua viva».


¡Oh, qué dulce fue ver a Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, ese gran sacrificio que Dios había dado a un mundo perdido, moribundo y sumido en la oscuridad, sentado junto al pozo y conversando con la mujer! Tan gentil, tan manso y tan bondadoso que le despertó el deseo de seguir hablando con él, hasta que él penetró en su secreto y descubrió su vida. Entonces, compungida de corazón, confesó sus pecados y recibió perdón, limpia de fornicación y adulterio, fue lavada de la mancha y la culpa del pecado y hecha hija de Dios; y, sobre todo, recibió el pozo de salvación en su corazón. Fue tan dulce, gozoso y bueno. Su corazón estaba tan lleno de amor que sintió que podía acoger a todo un mundo perdido. Así que huyó con un pozo de salvación y dejó el viejo cántaro sobre el pozo. Cuán cierto es que hoy, cuando recibimos el bautismo con el Espíritu Santo, tenemos algo que decir: la

sangre de Jesucristo limpia de todo pecado. El bautismo con el Espíritu Santo nos da poder para dar testimonio de un Salvador resucitado. Nuestro afecto está en Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¡Cuánto lo adoro hoy! ¡Cuánto lo alabo por su sangre que todo lo purifica!


Las promesas de Jesús son verdaderas y seguras. La mujer le dijo, después de que él le reveló su secreto: «Señor, me parece que eres profeta». Sí, lo era. Era ese gran profeta que Moisés dijo que el Señor levantaría. Está aquí hoy. ¿Aprenderemos de ese profeta? ¿Lo escucharemos? Aceptémoslo en toda su plenitud.


Él dijo: «El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre». Estos discípulos, a quienes les hablaba, habían sido salvos, santificados, ungidos con el Espíritu Santo; sus corazones se habían abierto para comprender las Escrituras; sin embargo, Jesús dijo: «Quedaos en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto». «Juan ciertamente bautizó con agua; pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Así que la misma comisión nos llega a nosotros. Vemos que obedecieron su comisión y fueron todos llenos del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y Pedro, poniéndose de pie, dijo: «Esto es lo que dijo el profeta Joel». Queridos, predicamos el mismo sermón. Esto es lo que dijo el profeta Joel: «Y en los postreros días —dice Dios— derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños. Y sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán… para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame». Esto significa hasta ahora y hasta la venida de Jesús.


Hay tantas personas hoy en día como la mujer. Están controladas por los padres. Nuestra salvación no reside en un padre ni en un instrumento humano. Es triste ver a gente tan cegada, adorando a la criatura más que al Creador. Escuchen lo que dijo la mujer: «Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar». Mucha gente hoy adora en los montes, en grandes iglesias, en edificios de piedra y madera. Pero Jesús enseña que la salvación no está en estas estructuras de piedra, ni en los montes, ni en las colinas, sino en Dios. Porque Dios es Espíritu. Jesús le dijo: «Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre». Mucha gente hoy en día está controlada por los hombres. Su salvación no trasciende los límites de las creencias humanas, pero alabamos a Dios por la libertad en el Espíritu. Hay profundidades, alturas y anchuras que podemos alcanzar mediante el poder del bendito Espíritu. “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”


Los judíos eran los líderes religiosos en esa época, y la gente no tenía más luz sobre la salvación que la que ellos mismos les daban. Los judíos eran el pueblo elegido de Dios para evangelizar el mundo. Él les había encomendado dar a todas las naciones el verdadero conocimiento de Dios, pero se entregaron a tradiciones y doctrinas humanas, y quedaron cegados y en tinieblas. Jesús vino como la luz del mundo, y él es esa luz. «Si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado». Honremos al Espíritu, porque Jesús lo envió para enseñarnos y guiarnos a toda la verdad.


Sobre todo, honremos la sangre de Jesucristo en cada momento de nuestras vidas, y tendremos almas dulces. Podremos hablar de esta salvación común a todos los que encontremos. Dios dejará que su unción descanse sobre nosotros al comunicarles esta preciosa verdad. Esta verdad pertenece a Dios. No tenemos derecho a cobrar impuestos a nadie por la verdad, porque Dios nos la ha confiado para que la digamos. Gratuitamente recibimos, gratuitamente damos. Así que el Evangelio debe ser predicado libremente, y Dios mismo lo bendecirá y difundirá, y hemos experimentado que lo hace; lo hemos encontrado fiel a su promesa en todo momento. Lo hemos probado y comprobado. Sus promesas son seguras.


William Seymour, “Río de agua viva” La Fe Apostólica Vol. 1, No. 3, noviembre de 1906 (Los Ángeles: The Pacific Apostolic Faith Movement), 2.

DEL RENACIMIENTO DE AZUSA.

“Mientras me miraba a través de sus anteojos con empuñadura de oro, dijo: 'Reverendo, creo en el bautismo del Espíritu Santo y fuego... pero no me gusta el ruido, los gritos'.

—Hermana, eres igual que yo —respondí—. Veo muchas manifestaciones entre el pueblo de Dios que yo mismo no aprecio, pero, ¿sabes?, cuando el Espíritu del Señor viene sobre mí, lo disfruto. Es maravilloso. 

La pequeña boca de la hermana se frunció en un leve desacuerdo, pero yo continué:

'… Ahora, mi hermana, si quieres entrar al salon y orar para ser bautizada en el Espíritu Santo, por favor, adelante. Y cuando suceda, no grites a menos que tengas ganas. Simplemente sé tú misma.

Ella asintió vigorosamente, 'Oh, claro que lo haré'.

Estaba ocupado en una oficina a unos setenta y cinco pies de distancia y  olvidé que ella estaba allí. De repente, escuché un grito penetrante.

Rápidamente abrí la puerta de golpe para mirar a través de la iglesia y allí salió la pequeña dama del oratorio como si hubiera recibido un disparo de cañón.

 Comenzó a saltar, bailar y gritar en el Señor. Era algo ver a esta dama reservada y refinada con los impertinentes con empuñadura de oro, bailando y balanceándose… gritando y cantando intermitentemente en lenguas y en inglés.

Salí a su encuentro y, sonriendo  comenté: 'Hermana, lo que está haciendo no me atrae'.

Dio un salto y gritó: “¡Quizás no, pero seguro que me atrae!”.

FALSIFICACIONES – UN RELATO DE WILLIAM SEYMOUR

Dios nos ha dicho en su preciosa palabra que debemos reconocer al árbol por su fruto.

Dondequiera que encontremos lo auténtico, también encontramos lo falso. Pero alabado sea Dios por lo auténtico.

En tiempos de Pedro, cuando hombres y mujeres recibían el poder del Espíritu Santo, lo falso apareció en Ananías y Safira. Pero el poder de Dios era más poderoso que todas las fuerzas del infierno, así que su pecado los alcanzó. y fueron castigados.

 Tengan cuidado, queridos, porque su pecado sin duda los alcanzará. «Pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado».

En nuestras reuniones, hemos tenido personas que han venido y afirmado haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, pero al ser puestas a prueba por el Espíritu Santo, se encontraron en una situación deficiente. Así que se entregaron, fueron salvos, santificados, bautizados con el Espíritu Santo y hablaron en lenguas por medio del Espíritu Santo. Y de nuevo, hay quienes han imitado el don de lenguas, pero ¡cuán rápido el Espíritu Santo se revelaba a cada uno de los verdaderos hijos que recibieron el bautismo pentecostal y reprendía severamente a los impostores, en lenguas, hasta que estos eran silenciados! Las promesas de Dios son verdaderas y seguras.

Hoy en día, la gente intenta imitar la obra del Espíritu Santo, tal como lo hicieron cuando el Señor envió a Moisés al faraón (Éxodo 7:8) y le dio un milagro o señal para que la mostrara ante él: que cuando Aarón arrojara su vara ante él, esta se convertiría en serpiente. Cuando el faraón vio que la vara de Aarón se había convertido en serpiente, llamó a sus sabios y a los hechiceros y magos falsos de Egipto. Ellos también hicieron lo mismo con su encantamiento, pues cada uno arrojó su vara, y estas se convirtieron en serpientes, pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos. Así, el poder del Espíritu Santo en el pueblo de Dios hoy condena y devora la falsificación. Desentierra y expone todo el poder de Satanás: la Ciencia Cristiana, la Teosofía y el Espiritismo; todo queda al descubierto ante el Hijo de Dios. 


Los espiritistas han venido a nuestras reuniones, han sido liberados ​​de sus demonios y han sido salvos y santificados. Los científicos cristianos han venido a las reuniones, han sido expulsados ​​de sus demonios de la Ciencia Cristiana y han aceptado a Cristo. 

Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado será desarraigada. Personas han venido a este lugar llenas de demonios y Dios los ha  expulsado, y han salido gritando,  clamando a gran voz. Luego, cuando todos los demonios fueron expulsados, fueron salvos, santificados y bautizados con el Espíritu Santo, recuperaron  su sano juicio y fueron  llenos de gloria y poder del Espíritu Santo. 

Queridos, no es con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor.

Estas son las grandes promesas del Señor.  «Quedaos en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto». «Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Estas fueron las palabras de despedida de Jesús. Que esperen hasta que reciban su Pentecostés personal. Amén.

Guillermo Seymour



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